Fotografía giajz
WILSON
IN BLUE
Rebecca Solnit dice: “Desde hace muchos años me conmueve ese azul en el extremo de lo visible, ese color de los horizontes, de las cordilleras remotas, de cualquier cosa situada en la lejanía. El color de esa distancia es el color de una emoción, el color de la soledad y del deseo, el color del allí visto desde el aquí, el color de donde no estás. Y el color de donde nunca estarás.” Comparto con ella esa fascinación por el azul, yo también llevo algunos años persiguiendo el azul, casi sin darme cuenta.
En enero de 2020 estuve un mes en Wilson, Carolina del Norte, en Estados Unidos, como parte de una residencia fotográfica. Durante ese tiempo la propuesta era hacer un trabajo sobre la ciudad, sus espacios, su gente, buscar todo aquello que fuera característico del lugar. Pero a mí lo que en verdad me conmovió fue el cielo de las siete de la tarde, cuando el cielo y todo Wilson se volvían azules.
En la última semana de mi estadía decidí cambiar de cámara, dejé de lado la cámara digital con la que trabajo habitualmente y comencé a utilizar una cámara de formato medio analógica. El cambio de herramienta fue fundamental porque me permitió conectar de otra manera con el espacio y conmigo misma. Al no poder visualizar inmediatamente las fotos como en el formato digital, la búsqueda se volvió más introspectiva.
Ya no se trató de fotografiar el lugar, sino el azul que lo invadía todo. Azul como un estado de ánimo. Azul como un momento del día. Azul como una sensación que me atraviesa. Y el cielo. El cielo como un deseo tirado al aire. Como una mirada hacia algo que está más allá, inalcanzable. “El azul es el color del anhelo por esa lejanía a la que nunca llegas, por el mundo azul” dice Solnit.
Recién un año después revelé los rollos y reencontrarme con las fotografías fue, justamente, revelador. Enseguida sentí que había algo ahí, una respuesta. Como si me hubiera dejado un mensaje a mí misma. Un mensaje sin palabras, una imagen sensación. Buceo en ese cielo azul, que es el cielo de la distancia, de la pérdida, pero también el de una búsqueda, el de un encuentro conmigo misma.